Recuperar el 'Gernikako Arbola' desde la historia

Recientemente se ha puesto en marcha en distintos ámbitos sociales, culturales y políticos una iniciativa para revalorizar el Gernikako Arbola, un himno que trasciende ideologías y sensibilidades, antaño reconocido como patrimonio común de toda Vasconia. Últimamente ha sido relegado al olvido, a pesar de que podría contribuir a crear un punto de encuentro entre instituciones que llevan demasiado tiempo dándose la espalda.

Desde su primera interpretación conocida en 1853, el Gernikako Arbola fue cantado con solemnidad por todos y todas, desde carlistas a comunistas, pasando por conservadores, liberales, nacionalistas, republicanos y socialistas. Del Adur al Ebro, ha sido entonado durante generaciones por vascos que solo se sentían vascos y por vascos que se sentían, además, españoles o franceses. Incluso en los pueblos de la Ribera de Navarra, que también lo cantaron en castellano. Concebido como emblema de una nación moderna o como expresión de la antigua foralidad y de las libertades tradicionales, difícilmente se podrá encontrar un cántico que aúne tantas voluntades y que genere sentimientos de pertenencia tan profundos. Por su carácter integrador y transversal es un auténtico himno nacional, en el mejor sentido del término, tal como fue definido, entre otros muchos, por Pedro de Egaña, Justin Cénac-Moncaut y Juan Iturralde y Suit.

Coincide la iniciativa mencionada con la conmemoración del segundo centenario del nacimiento de su autor, el bardo guipuzcoano José María Iparraguirre, cuya vida transcurrió entre las rupturas y los enfrentamientos que convulsionaron el siglo XIX, desde su inicial adscripción al bando carlista hasta su posterior acercamiento a posiciones liberales. Sufrió, por ello, el exilio. Pero, sin abjurar del amor por su tierra, supo conferir a sus poemas y canciones una proyección universal, primero en una Europa sacudida por movimientos revolucionarios y después en la lejanía del continente americano. La biografía de Iparraguirre es reflejo de las tensiones sociales y políticas de esa centuria, pero también representa la capacidad de superarlas y adaptarse a los nuevos tiempos. El Gernikako Arbola, su mejor y más memorable inspiración, muestra esa feliz ambivalencia, en la que la fascinación por la Ley Vieja se funde con el compromiso con la paz entre los vasconavarros.

Para quienes nos dedicamos al estudio de la Historia, el Gernikako Arbola contribuye a entender con perspectiva muchos acontecimientos de nuestra época y supone un revulsivo para divulgar el conocimiento del pasado entre los más jóvenes. Por eso abogamos por su recuperación como símbolo más allá de las divisiones administrativas actuales. Según entendemos, el Gernikako Arbola no vuelve para reemplazar ninguno de los himnos oficiales de la Comunidad Autónoma del País Vasco, la Comunidad Foral de Navarra y la Comunidad de Aglomeración del País Vasco, sino para acompañarlos en cuantos actos sea posible. En el recuerdo de lo que nos une y en el respeto de lo que nos diferencia.

Firman este artículo: Joseba Agirreazkuenaga (UPV/EHU), Mercedes Arbaiza (UPV/EHU), Nerea Aresti (UPV/EHU), Jesus Casquete (UPV/EHU), Pedro José Chacón (UPV/EHU), Jean-Louis Davant, Michel Duvert (Université Bordeaux-Segalen), Idoia Estornés, Ángel García-Sanz (Universidad Pública de Navarra), José Luis de la Granja (UPV/EHU), Iñaki Iriarte (UPV/EHU), Jurgi Kintana (UPV/EHU), María del Mar Larraza (Universidad de Navarra), Miren Llona (UPV/EHU), Virginia López de Maturana (UPV/EHU), Juan Madariaga (Universidad Pública de Navarra),Emilio Majuelo (Universidad Pública de Navarra), Manuel Martorell, Ludger Mees (UPV/EHU), Fernando Mendiola (Universidad Pública de Navarra), Ignacio Olábarri (Universidad de Navarra), Santiago de Pablo (UPV/EHU), José María Portillo (UPV/EHU), Antonio Rivera (UPV/EHU), Karlos Sánchez Ekiza (UPV/EHU), Juan María Sánchez-Prieto (Universidad Pública de Navarra), Susana Serrano (UPV/EHU), Ana Isabel Ugalde (UPV/EHU), Mikel Urquijo (UPV/EHU) y Xabier Zabaltza (UPV/EHU)